
1
Limpieza Regular:
- Usá un paño suave y seco para quitar el polvo y la suciedad.
- Para una limpieza más profunda, utilizá un paño ligeramente humedecido con agua tibia. Evitá el exceso de agua, ya que el cuero puede absorberla y dañarse.
- Nunca utilices productos de limpieza agresivos como alcohol, lejía o detergentes fuertes.
2
Hidratación del Cuero:
- Aplicá productos específicos para hidratar el cuero, como cremas o acondicionadores diseñados para este material.
- Hidratá cada dos o tres meses para mantener la flexibilidad y evitar el agrietamiento.
- Probá el producto primero en una zona pequeña y poco visible para asegurarte de que no altere el color.
3
Protección contra el Agua:
- El cuero no es impermeable, por lo que se recomienda usar un spray protector especial que lo haga más resistente a la humedad.
- Si el cuero se moja, secá con un paño absorbente sin frotar y dejá secar al aire, lejos de fuentes de calor directo como radiadores o secadores de pelo.
4
Evitá la Exposición Prolongada al Sol:
- La luz solar directa puede hacer que el cuero se decolore o se vuelva quebradizo. Guardá los artículos en un lugar fresco y oscuro cuando no los uses.
5
Guardado Adecuado:
- Evitá doblar el cuero para que no se formen arrugas permanentes.
- Guardá en bolsas de tela transpirables en lugar de plástico, ya que el cuero necesita «respirar».
6
Eliminación de Manchas:
- Para manchas de grasa, espolvoreá un poco de talco o maicena y dejalo actuar durante unas horas para que absorba el aceite. Luego, limpiá con un paño seco.
- Las manchas de tinta pueden requerir productos específicos, pero siempre es mejor consultar con un profesional si la mancha es grande o persistente.
7
Evitá el Contacto con Productos Químicos:
- Perfumes, cosméticos y productos de limpieza comunes pueden dañar el cuero. Evitá el contacto directo.